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HABLARON LOS QUE ¿SABEN?

Cuando comencé a escribir este blog, me propuse dar mi posición sobre noticias de actualidad. Quería ampliar el debate. Sin embargo, hubo varios asuntos
sobre los que pensé no escribir. Uno de ellos era el del actual gobierno de Bogotá, el de Gustavo Petro. Esto, por varias razones. Primero, porque me parecía
que era evidente el fracaso de esta nueva ilusión para los bogotanos. Segundo, porque, aunque disfruto la política, hablar específicamente sobre la gestión
de un alcalde implicaba, así no lo quisiera, quedar del lado de alguien en la discusión electoral. Tercero, porque, a menos que fueran decisiones
específicas, la cosa no sería de actualidad. Otras razones tenía, pero no vale la pena enumerárselas todas.

La fuerza de los hechos, sin embargo, me llevó a pensar que no debo omitir el tema y dedicarle un comentario, aunque no sea el principal, al gobierno de
«Bogotá Humana». Esta decisión la tomé porque, en estos días, sucedieron dos hechos que me pusieron a pensar. Hace poco me llegó una comunicación de
organizaciones de colombianos acá en Francia para adelantar una movilización en contra del proceso de revocatoria del mandato de Petro. Al otro día vi la
comunicación hecha por «académicos, intelectuales y artistas» en el mismo sentido.

Decidí escribir para debatir estos hechos, no para promover nada. Si me preguntan sobre la revocatoria, soy neutral. Si se va bien, si no igual. Creo, como
ya lo he dicho, que los ciudadanos deben ser responsables por sus decisiones. Los bogotanos han tomado malas decisiones durante tres periodos y no han
querido aprender. Me parece que una revocatoria, a pesar de estar contemplada por las leyes electorales, impide ese responsabilización que deben hacer los
ciudadanos y, además, impide el proceso de aprendizaje. Me parece que, al contrario, la revocatoria actual tiene solo móviles políticos, que le ha dado más
atención de la que se merece Petro y que, como suele suceder en Colombia, no prosperará porque a los ciudadanos no les interesa y porque los políticos,
incluido Petro, aprovechan estas coyunturas para utilizar todas sus estrategias y leguleyadas para evitar escuchar a las personas. No estoy de acuerdo con la
revocatoria porque me parece, en últimas, que no tiene nada que ver con la democracia. Es, más bien, una burla de ella.

Por otro lado, sobre el proceso en la Procuraduría, sí que soy institucionalista. Me parece que, en principio, un personaje que no ha sido elegido por las
mayorías, que forma parte de una rama del poder público frente a la que dudo profundamente, no puede ir sacando y sancionando a aquéllos que se han hecho
elegir. No creo que un Procurador tenga esa función y me parece que ese es otro de los problemas institucionales que generó la Constitución del 91.

En resumen, no quiero defender ninguna de las amenazas en curso al mandato de Petro. Pero tampoco puede defender su gobierno. Y no es – solo – una cuestión
ideológica. Si me preguntan, no estoy de acuerdo con casi ninguno de sus planteamientos. Me parece que lo que prometió es, en algunos casos, soñar mucho;
algo irrealizable, en otros; e indeseable, en casi todos. Pero, igual, el tema es para debatir antes de las elecciones y no ahora. Además, muchas personas
pueden estar a favor de esas ideas y eso está bien. El debate se hará en las próximas elecciones cuando, aún sin aprender nada, los electores bogotanos
vuelvan a decidirse por el candidato que sea de la izquierda y que les prometa lo que quieren escuchar. Además de la cuestión ideológica, no podría defender
la gestión de una persona que, como lo dije a mis conocidos antes de las elecciones, era muy buen congresista…y que sigue siéndolo. Petro no tenía idea de
gobernar. Y sigue sin tenerla. Su arrogancia, su técnica confrontacional y su terquedad son otras características que me impiden sentir simpatía por su
gestión. Fíjense, que la cosa es profunda: ni me parece bueno, ni estoy de acuerdo con sus ideas…ni me cae bien, soy honesto.

Por lo anterior, porque acá sí que tengo un sesgo evidente, no quiero hablar solo de Petro, sino de lo que dicen aquéllos que, utilizando su reconocimiento –
y conocimiento, decidieron utilizar una serie de argumentos débiles, por decir lo menos, en su apoyo al alcalde. El documento firmado por «académicos,
intelectuales y artistas» tiene cuatro bases principales de argumentación. La primera, que es la razón por la cual decidieron escribir, es la idea según la
cual los intentos de revocatoria del mandato de Gustavo Petro son una persecución orquestada por la «ultraderecha». Esta es una de las creencias que ha
expresado el mismo alcalde. Lo que no ven ni uno ni los otros es que, de esta manera, lo que hacen es descalificar a todos quiénes no están de acuerdo con el
actual gobierno local. ¿Todos los ciudadanos que critican a Petro y que, equivocadamente o no, lo quieren por fuera son representantes de la extrema derecha?
La respuesta obvia es que no. Y, sin embargo, al iniciar el documento de respaldo al gobierno local de esa manera, pareciera que así fuera. Ese tipo de
descalificaciones, de cacería de brujas, que han sido tan comunes en Colombia, no hay que olvidarlo, han sido factores presentes en cada una de las etapas de
nuestra violencia.

A partir de esta idea que todo el que desee que Petro quede por fuera de la alcaldía es militante de la extrema derecha, surgen otras. Primero, deciden
demostrar que el liderazgo tanto de la revocatoria como del proceso de la procuraduría están en manos de individuos con estas creencias. Eso, no podemos
dudarlo, es cierto. Pero tampoco creo que por esa razón, podamos descalificar sus intenciones. Por ejemplo, olvidan los firmantes que la Procuraduría (con lo
cual no estoy de acuerdo) ha adelantado procesos semejantes contra representantes de todo tipo de corrientes políticas. Además, en Colombia tenemos que
acostumbrarnos, algún día, a debatir las ideas y no a desacreditar a las personas. Una acusación grave sale del documento: el asesinato de Álvaro Gómez fue
adelantado por la extrema derecha. Me parece que deberían llevar las pruebas del caso ante las autoridades competentes y no hacer ese tipo de afirmaciones
sin más ni más.

Estoy de acuerdo, como ya lo mencioné, con el reconocimiento que hacen de Petro como un muy buen congresista. Sin embargo, esa labor previa no implica, como
alertamos muchos en la campaña, que sea un buen ejecutor o administrador, como ha quedado demostrado. Afirman nuestros «académicos, intelectuales y artistas»
que esa extrema derecha lo que quiere es no darle tiempo a que se demuestre la conveniencia de las decisiones de Petro. Como profundizaré más adelante, esta
es una de las afirmaciones preferidas por aquellos que comparten ideas como las de Petro: algún día, en algún futuro, las decisiones funcionarán, aunque sus
resultados sean negativos en el corto, mediano…y largo plazos. Algún día será…

Esto último da lugar al segundo aspecto del cual parten los «académicos, intelectuales y artistas» para denunciar el ataque a la gran obra de Petro: sus
logros. Primero afirman que lo que él ha buscado es «rescatar» de las manos privadas los servicios que deben ser públicos. Esta es una discusión larga,
compleja. Demuestra esas dos visiones que deben ser debatidas con argumentos: los privados son malos, por definición, mientras que todo lo público es bueno,
por definición. Y al contrario. Como hoy no quiero profundizar en esos debates, solo quisiera preguntarles a los firmantes por qué todos los servicios
públicos que ha buscado «recuperar» Petro deber ser «recuperados». ¿Acaso no estaban siendo prestados? ¿Cuál es el objetivo que sean propiedad «pública»?
Porque lo que me parece es que los «académicos, intelectuales y artistas» que firman la misiva caen en el mismo error que critican: el dogmatismo. Todo debe
ser público porque…bueno, porque debe ser así. Y punto.

Mencionan lo que, para esos pensadores, son logros de la administración Petro. La baja en el desempleo. Ahí sí que me pierdo: ¿Cuál ha sido la política de
Bogotá Humana en la promoción de empleo? ¿Cuántos puestos de trabajo han sido creados como resultado de esas políticas? El hecho que la tasa de desempleo
haya bajado (aunque siga siendo alta), coincidencialmente, durante el gobierno Petro, no quiere decir que haya sido como resultado de su gestión. Ese tipo de
conclusiones, apresuradas, sin ningún respaldo ni rigurosidad, son muy comunes en nuestro mundo «académico, intelectual y artístico», que no se caracteriza
por su labor científica.

Otros logros que mencionan son, además, puras promesas…para el futuro. Algún día serán. Mencionan, por ejemplo, la garantía de construir el metro. ¿No
teníamos la misma garantía desde Lucho Garzón? ¿Durante Samuel Moreno? ¿Durante la campaña de Petro? Además, se hace referencia a la supuesta superación de
la corrupción. Aquí también me perdí: no tenía conocimiento que esté demostrado que, gracias al gran Petro, la corrupción haya desaparecido de Bogotá. ¿O son
solo declaraciones, sin más ni más? Una tercera promesa: un supuesto cambio cultural en Bogotá. No tengo idea de lo que quieren decir por esto. Pero Petro sí
que debe ser un gran hombre para ser capaz de cambiar la cultura de una sociedad completa. Me preocupa, sin embargo, que nuestros «académicos, intelectuales
y artistas» vean con buenos ojos este tipo de acciones. ¿La cultura es resultado de decisiones intencionales, deliberadas? ¿Olvidaron los ejemplos de
«grandes» hombres que, en el pasado, tuvieron las mismas ideas? No sé si el término de Revolución Cultural les diga algo a nuestros «académicos,
intelectuales y artistas» pero a mi no me parecen procesos tan positivos. De pronto, ésta también era una declaración sin más ni más…pura retórica.

Los otros logros que describen forman parte de las muchas cifras que, de manera compulsiva, el mismo Petro publica todos los días en su cuenta de Twitter.
Como son cifras, habrá que creerles. Como son cifras, su interpretación depende del observador. Mencionan la baja en las cifras de homicidio. Sin embargo, no
sé si hayan visto estos «académicos, intelectales y artistas» pero la percepción ciudadana de seguridad y muchas cifras objetivas no han mejorado. Mencionan
la reducción en las tarifas de Transmilenio. Mencionan la gratuidad en el servicio de agua para los estratos más bajos. De fondo, entonces, nuestros
«académicos, intelectuales y artistas» lo que apoyan es que las cosas sean gratuitas o con precios bajos. Como a cualquiera le gustan. Sin embargo, ¿no
tendrán efectos estas decisiones en el futuro?

Una mención especial se merece el tema del agua gratuita. No sé ustedes pero a mi se me hace que esta decisión es contradictoria con otro supuesto logro del
gobierno de Petro, que es la ecología, el desarrollo sostenible, la protección del medio ambiente. ¿Al ser gratuito un bien no se promueve su consumo
irresponsable sobre todo si éste es un denominado recurso de uso común, como lo es el agua? Supuestamente el Alcalde es un hombre verde, ambientalista, pero
al generar estos incentivos a lo que nos puede llevar, también a futuro, es a una escasez del recurso…de la que después nuestros «académicos, intelectuales
y artistas» culparán, seguramente, al neoliberalismo, a la ultraderecha y a los empresarios.

En esta dimensión de los supuestos logros de la administración, veo dos ideas de fondo. Por un lado, nuestros «académicos, intelectuales y artistas» apoyan
la gestión de Petro porque se ha enfocado en los más pobres (cosa que habría que demostrar porque hasta ahora eso solo es retórica). Lo que olvidan nuestros
pensadores, sin embargo, es que los representantes, los mandatarios deben estar al servicio de todos y no de un grupo específico en la sociedad. Bueno, si lo
que se busca, en realidad, es defender la democracia. Segundo, como lo mencioné más arriba, de fondo nuestros formadores de opinión descalifican a los que no
están de acuerdo con Petro porque no se esperan al futuro. Esto es, como siempre sucede con este tipo de modelos de sociedad, al nunca generar los beneficios
esperados, la única defensa que existe (y que supuestamente debe ser superior a cualquier otra) es que sus intenciones son loables, altruistas o
humanitarias. No importan sus fracasos: el punto es que piensan en los más pobres o en los más necesitados.

Por eso es que esos mismos «académicos, intelectuales y artistas», seguramente, apoyan a los gobiernos del Socialismo del Siglo XXI o a Cuba. ¿No ven que dan
educación y salud? Olvidan estos pensadores, que todo lo saben, que existen muchos otros países en los que, además de tener educación y salud, también se
tienen altos niveles de vida…y un sector privado que presta servicios «públicos». Nos piden apoyar estos regímenes por sus intenciones y olvidar sus
fracasos, que están en todas las dimensiones, incluida la educación y la salud…pero esta es otra discusión que tendremos que profundizar en el futuro
también.

Una tercera idea en la que se basan los firmantes es que reconocen los errores cometidos por Petro (¡qué bueno!), pero que están seguros que, debido a la
actual coyuntura crítica, él enderezará el rumbo y hará las cosas mejor (claro, porque como las ha hecho está muy bien pero siempre se puede mejorar). Acá me
parece que nuestros «académicos, intelectuales y artistas» pecan por ingenuos…o por ver solo lo que quieren ver. ¿Alguna vez, desde su llegada al poder,
Petro ha demostrado que considera que está cometiendo algún error? ¿Alguna vez han visto, por lo menos una intención, de escuchar a los críticos? ¿Creen que
después de esta coyuntura crítica, de la cual seguramente saldrá victorioso, va a abandonar su ego o su arrogancia? Me da pena, pero eso sí que es pensar con
el deseo, sin tener en cuenta nada de la realidad…

La última idea de base es que, con las amenazas al gobierno de Petro, se está es en contra del proceso de paz. Esta idea también la ha mencionado, muchas
veces, el mismo alcalde. Me parece que esta idea no solo está errada, sino que es exagerada y hasta cínica. Es claro que la relación que se hace es fácil:
Petro fue beneficiado por un proceso de paz y ahora lo quieren sacar al haber sido elegido. En consecuencia, los que lo quieren sacar son enemigos de la paz.
Este tipo de razonamiento, simple, básico, es innegable, lo tienen muchos representantes de la derecha colombiana. Pero, claro, ellos son así: básicos. me
sorprende es que nuestros «académicos, intelectuales y artistas» crean en ese argumento. Otros exguerrilleros, como Antonio Navarro, han sido elegidos para
otros cargos y no han sido perseguidos. Además, el mismo Petro nunca tuvo este tipo de persecución cuando hacía las cosas bien; esto es, cuando fue
Congresista. Petro habla muy bien…critica muy bien…investiga bien. Nadie intentó amenazar su permanencia en el legislativo porque eso es lo que hacen
allá. Pero, además, nuestros «académicos, intelectuales y artistas» caen en un problema al pensar de esta manera porque si seguimos este argumento,
tendríamos que concluir dos cosas. Primero, que después del proceso de paz tenemos que elegir a todos los que se desmovilizan. Segundo, que no podemos
criticarlos ni decir que hacen las cosas mal. Todo esto, porque fueron guerrilleros. Estas dos implicaciones de esa afirmación llevan a la negación de lo que
supuestamente defienden: la democracia y el Estado social de derecho. Esto, porque si es obligatorio elegirlos siempre, entonces es necesario prohibir la
competencia de ideas y la existencia de otros grupos con planteamientos diferentes. Además, porque se acabarían los principios de rendición de cuentas y de
libre expresión, propios de las democracias.

Lo anterior sería impensable (nuestros «académicos, intelectuales y artistas» serían incapaces de pensar algo semejante) si no llegaran, al final de su carta
a una profunda contradicción con todo el documento. Afirman que, más que defender a una persona o a una plataforma política, lo que están defendiendo es las
legítimas reglas del juego del Estado social de derecho. Es decir, lo que defienden es el tipo de Estado que creó la Constitución del 91, el mismo documento
en el que se contempla la posibilidad de…de la revocatoria del mandato a los representantes elegidos en las urnas. No se debe olvidar que esto es en contra
de lo que están pero al final dicen que es lo que buscan defender. Si esto es así, ¿para qué la carta? Me parece que, y por eso lo que mencioné en el párrafo
anterior, nuestros «académicos, intelectuales y artistas» a lo que le temen es a la decisión que puedan tomar los bogotanos, esas mayorías que creen
incapaces de pensar por sí mismas y de tomar sus propias decisiones a no ser que sean manipuladas por la «ultraderecha» o las compañías multinacionales (a
propósito, ¡las extrañé en el documento!)

Pero tenemos que tranquilizarnos. Los bogotanos, para su sopresa, sí piensan por sí mismos y es casi seguro que ni saldrán a votar, en favor o en contra,
porque no les interesa o porque no les darán la oportunidad. Por lo tanto, la administración que va por muy buen camino (ya veremos en el mediano plazo cómo
queda la ciudad) se quedará. Y el Procurador, por sus cálculos políticos, no creo que se atreva a hacerle nada, además, a quien tuvo un papel relevante para
elegirlo en una primera ocasión. Tenemos que tranquilizarnos porque, mientras tanto, tendremos una ciudad con todo gratis o muy barato, una gran cantidad de
cifras y de promesas, con caos vehicular, sin movilidad, problemas de suelo, inseguridad (percibida y real), corrupción (así no salga en las noticias) y un
sistema de transporte, siempre, a punto de colapsar. Pero, al fin y al cabo, no podemos criticar: algún día alcanzaremos nuestro objetivo de desarrollo.
Algún día, si nos va bien, seremos Cuba.

El viernes vuelvo con el comentario de verdad.

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